MIGUEL DE UNAMUNO Y DON QUIJOTE

Bibliografía

BIBLIA, Madrid, Biblioteca de Autores Cristianos, 1964.

BORGES, Jorge Luis, Ficciones, Obras Completas, Tomo I, Barcelona, EMECÉ, 1997.

CERVANTES SAAVEDRA, Miguel de, Don Quijote de La Mancha, Madrid, Real Academia Española, Asociación de Academias de la Lengua Española, 2004.

GUITTON, Jean, El trabajo intelectual. Versión española realizada por Francisco Javier de Fuentes, Madrid, RIALP, 1999.

PAPINI, Giovanni, «De caballero andante a capitán de almas», La Nación, Buenos Aires, 16 de enero de 2005.

UNAMUNO, Miguel de, Cancionero. Diario poético, Buenos Aires, Losada, 1953.

— Del sentimiento trágico de la vida en los hombres y en los pueblos, Madrid,

Renacimiento, 1912.

— «El sepulcro de Don Quijote», La España Moderna, N.° 206, Madrid, febrero de

1906, pp. 5-17 (incluido en Vida de Don Quijote y Sancho, Madrid, Cátedra, 1988,

pp.139-153).

— «Razón y vida», Renacimiento, Madrid, N.° V, julio de 1907.

— «Sobre la lectura e interpretación del Quijote», Ensayos, Obras Completas,

Tomo III, Madrid, Afrodisio Aguado, 1950.

— Vida de Don Quijote y Sancho, Madrid, Librería de Fernando Fe, 1905.

— Vida de Don Quijote y Sancho, Madrid, Cátedra, 1988

MIGUEL DE UNAMUNO Y DON QUIJOTE

Nada sabemos del nacimiento de Don Quijote, nada de su infancia y juventud, ni de cómo se fraguara el ánimo del Caballero de la Fe, del que nos hace con su locura cuerdos. [...]. Se ha perdido toda la memoria de su linaje, nacimiento, niñez y mocedad; no nos la ha conservado ni la tradición oral ni testimonio alguno escrito, y si alguno de éstos hubo, hace perdido o yace en el polvo secular. [...]. Más él era de los linajes que son y no fueron. Su linaje empieza en él. [...]. Era, pues, un hidalgo pobre, un hidalgo de gotera acaso, pero de los de lanza en astillero17.

En un lugar de La Mancha..., nada sabemos..., se ha perdido toda memoria..., para que cada lector recobre su nombre del ingrato olvido y -como decía Unamuno- lo desparrame «en redondo por aquellas abiertas llanuras» y rodee «ciñendo a los hogares todos», y resuene «en la anchura de la tierra y de los siglos»18.

En esa unión de la que hablamos, la hermandad de las palabras, «basadas en vida fundamental y honda»19, desentierra, recrea, agiganta, sublima al triste caballero, «hijo de bondad»20, «que enloquece de pura madurez de espíritu»21 y sigue cabalgando con imaginación admirable por los caminos vírgenes que trazan otros ojos en busca de su gloria y de su ser eterno. Pero con acierto dice el Rector de la Universidad de Salamanca:

...Don Quijote sabía que con las mismas palabras solemos decir cosas opuestas, y con opuestas palabras la misma cosa. Gracias a lo cual podemos conversar y entendernos. Si mi prójimo entendiese por lo que dice lo mismo que entiendo yo, ni sus palabras me enriquecerían el espíritu ni las mías enriquecerían el suyo. Si mi prójimo es otro yo mismo, ¿para qué le quiero? Para yo, me basto y aun me sobro yo22.

Conversar y entendernos. Las dos obras -o la obra del Siglo de Oro y el escritor vasco- se enlazan en un diálogo tenso y poéticamente filosófico. Entonces, el don Quijote cervantino -significante y significado- y el don Quijote unamuniano -puro significado- hermanecen porque el lector, impelido a «quijotear», crea el suyo.

Cervantes escribe su obra desde los personajes; Unamuno, desde su desesperación 23, desde su yo estremecido, centro de su universo, que no quiere morir. El autor de El sentimiento trágico de la vida dialoga primero, desde las letras, con Cervantes y luego, desde el corazón, con don Quijote, y en lo hondo del macilento caballero, se encuentra así mismo, descubre que él también es loco, pero por convicción, porque sólo esa locura purifica del mundo y ayuda a llegar a Dios, a creer en Él, con fidelidad a un cristianismo quijotesco. Gradualmente se advierte cómo Unamuno construye el paralelo entre su persona y la del hidalgo manchego para encender «el fuego de las eternas inquietudes» en el corazón seco de su España. Por eso la bacía es el yelmo de Mambrino, por eso es necesario que la bacía sea el yelmo de Mambrino:

Así, así, mi señor Don Quijote, así; es el valor descarado de afirmar en voz alta y a la vista de todos y de defender con la propia vida la afirmación, lo que crea las verdades todas. Las cosas son tanto más verdaderas cuanto más creídas, y no es la inteligencia, sino la voluntad, la que las impone. [...].Sí, todo nuestro mal es la cobardía moral, la falta de arranque para afirmar cada uno

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17 Vida de Don Quijote... , Primera Parte, p. 157.

18 Ibídem, pág. 161.

19 Ibídem, pág. 283.

20 Ibídem, pág. 159.

21 Ibídem, pág. 162.

22 Ibídem, pág. 284.

23 Escribe Unamuno: «La desesperación es el hecho más íntimo de nuestro tiempo y acaso de todos lostiempos civilizados. Unos creen por desesperación, y otros por desesperación no creen» («Razón y vida», p. 4).

MIGUEL DE UNAMUNO Y DON QUIJOTE

cervantino a la lumbre de su pluma y que medita, reflexiona, sobre él; lo imagina y lo piensa cabalmente.

En el Prólogo a la segunda edición de 1913, escribe:

...dejando a eruditos, críticos e historiadores la meritoria y utilísima tarea de investigar lo que el Quijote pudo significar en su tiempo y en el ámbito en que se produjo y lo que Cervantes quiso en él expresar y expresó, debe quedarnos a otros libre al tomar su obra inmortal como algo eterno, fuera de época y aun de país, y exponer lo que su lectura nos sugiere. [...] hoy ya es el Quijote de todos y cada uno de sus lectores, [...] y debe cada cual darle una interpretación... 8.

Ése es el objetivo de Unamuno: interpretar desde sus adentros el texto cervantino, que no debe reducirse a una mera obra literaria 9, a fin de «libertar al Quijote del mismo Cervantes» 10 y demostrar que, debajo del disfraz disparatado de caballero andante, está meditando otro Quijote: don Miguel de Unamuno, quijotista apasionado, para quien el loco de La Mancha es superior a su autor, que, sin duda, es su padre, pero sólo eso, pues su madre es «el pueblo en que vivió y de que vivió»11 éste.

«Desde que el Quijote apareció impreso -escribe- y a la disposición de quien lo tomara en mano y lo leyese, el Quijote no es de Cervantes, sino de todos los que lo lean y lo sientan»12. Por eso, la lectura de Unamuno no es visual, sino cordial. El intelecto no se separa de su espíritu. Luego agrega: «Cervantes puso a Don Quijote en el mundo, y luego el mismo Don Quijote en el mundo se ha encargado de vivir en él; y aunque el mismo don Miguel creyó matarle y enterrarle e hizo levantar testimonio notarial de su muerte para que nadie ose resucitarle y hacerle hacer nueva salida, el mismo Don Quijote se ha resucitado a sí mismo, por sí y ante sí y anda por el mundo haciendo de las suyas»13.

En el Prólogo a la tercera edición de 1930, reconoce el autor que sus cuatro años de destierro en Hendaya significan su experiencia quijotesca, sustentada en el sufrimiento de «no ser en lo eterno y lo infinito»14, esa pasión de Dios dentro de su ser y de todos los hombres, su temporalidad:

El ardor divino de no morirse es lo que le lleva a uno a tratar de sellar con su sello las almas de los demás, a salirse de sí, para fuera de sí perpetuarse15.

Unamuno deja a un lado la obra para penetrar al personaje que contiene la poesía de esa obra, y «en la poesía según Aristóteles, hay más verdad que en la historia». A pesar de la muerte, los nuevos tiempos unen a Cervantes y a Unamuno desde el silencio primordial que precedió al primer vocablo de sus obras:

En un lugar de la Mancha, de cuyo nombre no quiero acordarme, no ha muchotiempo que vivía un hidalgo de los de lanza en astillero, adarga antigua, rocín flaco y galgo corredor 16

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8 Vida de Don Quijote y Sancho, Madrid, Cátedra, 1988, pp. 133-134.

9 «Sobre la lectura e interpretación...», p. 575.

10 «Prólogo a la segunda edición», p. 134.

11 «Sobre la lectura e interpretación...», p. 577.

12 Ibídem, p. 573.

13 Ibídem, p. 574.

14 «El sepulcro de Don Quijote», ensayo publicado en La España Moderna, N.° 206, Madrid, febrero de1906, pp. 5-17, incluido en Vida de Don Quijote..., p. 141.

15 Miguel de UNAMUNO, «Razón y vida», Renacimiento, Madrid, N.° V, julio de 1907, p. 4.

16 Don Quijote de La Mancha, Madrid, Real Academia Española, Asociación de Academias de la Lengua Española, 2004, p. 27.

MIGUEL DE UNAMUNO Y DON QUIJOTE

El nuevo mundo del espíritu

...la verdadera locura va de veras siempre...

Miguel de Unamuno

Hace cuatrocientos años que don Miguel de Cervantes Saavedra puso fin a la Primera Parte de El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha, y cien años -bien vale celebrarlos también- que don Miguel de Unamuno concluyó una de sus obras más importantes:

Vida de Don Quijote y Sancho1, publicada en coincidencia con el tercer centenario de la obra cervantina, pero no a propósito de esta fecha, según confesión de su autor. Por eso, no debe definirse como una obra de centenario:

Escribí aquel libro para repensar el Quijote contra cervantistas y eruditos, para hacer obra de vida de lo que era y sigue siendo para los más letra muerta. ¿Qué me importa lo que Cervantes quiso o no quiso poner allí y lo que realmente puso? Lo vivo es lo que yo allí descubro, pusiéralo o no Cervantes, lo que yo allí pongo y sobrepongo y sotopongo, y lo que ponemos allí todos. Quise allí rastrear nuestra filosofía. [...] .Aparéceme la filosofía en el alma de mi pueblo como la expresión de una tragedia íntima análoga a la tragedia del alma de Don Quijote, como la expresión de una lucha entre lo que el mundo es según la razón de la ciencia nos lo muestra, y lo que queremos que sea, según la fe de nuestra religión nos lo dice2.

Con su obra «explicada y comentada» 3, escrita como diría Jean Guitton «en estado de hambre y de deseo» 4, corrobora que el Quijote es «la Biblia nacional de la religión patriótica de España» 5, y que «Cervantes sacó a Don Quijote del alma de su pueblo y del alma de la Humanidad toda, y en su inmortal libro se lo devolvió a su pueblo y a toda la Humanidad» 6. En realidad, todos los trabajos de Unamuno son una constante exégesis de don Quijote. En Vida de Don Quijote y Sancho , no quiere componer otro Quijote ni el Quijote, como el borgesiano Pierre Menard 7, sino pensar, analizar, soñar «su Don Quijote » y convertirse, en solitario y nostálgico juego, en lector y lectura dentro de su personaje.

Tratándose de Unamuno, no pueden ignorarse las etimologías; por eso, cuando escribe «explicada y comentada», quiere decir que penetra el sentido del Quijote

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1 Madrid, Librería de Fernando Fe, 1905.

2 Miguel de UNAMUNO, Del sentimiento trágico de la vida en los hombres y en los pueblos, Madrid, Renacimiento, 1912, pp. 301 y 312.

3 Estas palabras aparecen en el título de la edición de 1905.

4 El trabajo intelectual. Versión española realizada por Francisco Javier de Fuentes, Madrid, RIALP,1999, p. 86.

5 Miguel de UNAMUNO, «Sobre la lectura e interpretación del Quijote», Ensayos , Obras Completas,Tomo III, Madrid, Afrodisio Aguado, 1950, p. 575.

6 «Sobre la lectura e interpretación...», p. 573.

7 «Su admirable ambición era producir unas páginas que coincidieran -palabra por palabra y línea por línea- con las de Miguel de Cervantes» «Pierre Menard, autor del Quijote», Ficciones, Obras Completas, Tomo I, Barcelona, EMECÉ, 1997, p. 446.